2. f. coloq. Mujer que pretende en vano disimular los estragos de la ancianidad mediante un exceso de afeites y adornos, y con vestidos ridículamente vistosos.
Este significado, querida Àngela, que seguro alguien tendrá por políticamente incorrecto —como las citas que siguen—, me recordó ahí mismo a doña Hortensia —un conmovedor personaje de Alexis Zorba el griego, de Kazantzakis:
"Una mujercilla menuda, rechoncha, regordeta, de cabello descolorido, como hebras de lino, apareció entre los álamos contoneándose con las piernas tuertas, tendidos los brazos. Un lunar erizado de cerdas porcinas le adornaba la barbilla. Llevaba cinta de terciopelo rojo en torno del cuello y las agostadas mejillas enyesadas con polvos malva." (páginas 34 y 35 de la edición de Alianza)
"Nutríamos a la bestia, calmábamos con vino su sed; pronto el alimento se transformaba en sangre, el mundo embellecía, la mujer sentada a nuestro lado parecía a cada instante más joven, sus arrugas se borraban. El loro colgado frente a la mesa, de librea verde y chaleco amarillo, se inclinaba para mirarnos y se nos aparecía ya como un hombrecillo embrujado, ya como el alma de la vieja cantante, que reproducía sus vestiduras amarillas y verdes." (página 43)
"Zorba ardía. Con la mano izquierda retorcíase el bigote y con la derecha acariciaba a la cantante achispada. Hablábale, jadeante, con lánguido mirar. Por cierto, no era esa vieja momificada y cubierta de afeites lo que en realidad veía ante él, sino la «especie hembra», como solía llamar a la mujer. La individualidad desaparecía, la cara se borraba; joven o decrépita, hermosa o fea, no eran más que variantes sin importancia. Detrás de cada mujer se erguía, austero, sagrado, lleno de misterio, el rostro de Afrodita. "Ése era el rostro que Zorba veía; a él le hablaba; sólo a él deseaba; doña Hortensia no significaba más que una máscara efímera y transparente que Zorba rasgaba para besar la boca inmortal." (página 48)
Este significado, querida Àngela, que seguro alguien tendrá por políticamente incorrecto —como las citas que siguen—, me recordó ahí mismo a doña Hortensia —un conmovedor personaje de Alexis Zorba el griego, de Kazantzakis:
ResponderEliminar"Una mujercilla menuda, rechoncha, regordeta, de cabello descolorido, como hebras de lino, apareció entre los álamos contoneándose con las piernas tuertas, tendidos los brazos. Un lunar erizado de cerdas porcinas le adornaba la barbilla. Llevaba cinta de terciopelo rojo en torno del cuello y las agostadas mejillas enyesadas con polvos malva." (páginas 34 y 35 de la edición de Alianza)
"Nutríamos a la bestia, calmábamos con vino su sed; pronto el alimento se transformaba en sangre, el mundo embellecía, la mujer sentada a nuestro lado parecía a cada instante más joven, sus arrugas se borraban. El loro colgado frente a la mesa, de librea verde y chaleco amarillo, se inclinaba para mirarnos y se nos aparecía ya como un hombrecillo embrujado, ya como el alma de la vieja cantante, que reproducía sus vestiduras amarillas y verdes." (página 43)
"Zorba ardía. Con la mano izquierda retorcíase el bigote y con la derecha acariciaba a la cantante achispada. Hablábale, jadeante, con lánguido mirar. Por cierto, no era esa vieja momificada y cubierta de afeites lo que en realidad veía ante él, sino la «especie hembra», como solía llamar a la mujer. La individualidad desaparecía, la cara se borraba; joven o decrépita, hermosa o fea, no eran más que variantes sin importancia. Detrás de cada mujer se erguía, austero, sagrado, lleno de misterio, el rostro de Afrodita.
"Ése era el rostro que Zorba veía; a él le hablaba; sólo a él deseaba; doña Hortensia no significaba más que una máscara efímera y transparente que Zorba rasgaba para besar la boca inmortal." (página 48)
Las cacatúas exploran los objetos alrededor con su pico, su lengua y sus patas.
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