Tengo el vicio de coleccionar palabras bonitas en portugués. En español no tanto, supongo que es porque a uno lo atrae mucho lo distinto y esos acentos y combinaciones de vocales del portugués a mí me descrestan. Tengo una lista larguísima, entre las que está "bicho". Esa me la dijo Luquinha, un niño como de ocho años. Bicho para los brasileños es animal, cualquier animal, y también se usa en femenino para decir que un tipo es marica. Otro niño me dijo que le gustaban "leão" (león) y "cachoeira" (chorrera o quebrada). Una sueca me dijo que le gustaba "rã" (rana). Así y leyendo fui recogiendo muchas y ahora la selección está muy fregada. Lo que me interesa es que se vean bonitas cuando uno las escribe, no tanto el significado o sonido. Las que más me gustan, por ahora, son "coisa" (cosa), "gostoso" (rico), "rã" (rana), "violão" (guitarra) y "luar" (resplandor de la luna).
Me gustaría también pensar la selección con ese criterio visual en español, aunque me cuesta más trabajo. Por ahora sólo se me ocurre "leve", me parece que esa palabra se ve muy bonita y ligera, además. Me gustan mucho esas palabras, las que en su forma evocan su significado. "Gostoso" me parece que es una de ellas, decir esa palabra es rico, y verla también.
Hay una canción de Bebe que se llama La bicha, de todo mi gusto. No sé el de los demás. A mí el sonido del portugués me gusta mucho, aunque no lo entiendo. La palabra "praia" me gusta mucho y me encantaría poder cantar Águas de março, que es otra canción de todo mi gusto. En español me gusta mucho la palabra "falacia", aunque no me guste su significado, y me parece fea "pollino".
Álvaro Burgos Palacios me contó una vez que, preguntado por la palabra más bella del castellano, Neruda respondió: campana. Cuando se la dice lentamente se la oye sonar, ¿no? Y así puso Burgos su columna en El País.
¡Qué bella colección la tuya!, querida Ángela: como para que se ocupara de ella Italo Calvino.
A mi me gustan sentido (el sentido de tal cosa). También me gusta Redención.
Esas por un lado, pero otras que igualmente son de uso muy cotidiano y no por eso desmerecen: me gusta epifanía, esa me gusto mucho. También me gusta resucitar (¿será que tal ya resucitó?)
Del blo, hace poquito me lo leí todo otra vez, hay muchas muy bacanas, pero me gustan especialmente las entradas de codicia, prudencia, chulo, soberbia, perdón, la de padre, saludo.
Si en la literatura me gusta la procrastinación (vgr. La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy), también me place la palabra, su significado y, sobre todo, su sugerencia de falta. Y sus parientes: holgazanería (que no está en el diccionario) y vagabundería.
Gracias por sus aportes a la colección española. Me gustaron mucho campana y epifanía. Jose F., sus últimas palabras van a mi lista de insultos. Haragán y holgazán son buenísimas. Creo que después de la serie palabras bonitas, los acosaré con la serie insultos bacanos.
Mónica, "praia" es otra que está en la lista. A mí también me gusta como suena el portugués, me gusta mucho. El portugués de Brasil es mucho más agradable al oído, parece que cantaran. Muchas veces yo iba por la calle y pensaba que el del lado estaba tarareando (¡bonita tararear!) y no: le estaba hablando al del lado. Ahí es que uno entiende por qué tienen esa música sobrenatural que tienen. No conozco esa canción de Bebe. Voy a buscarla cuando tenga una conexión decente a Interné. "Aguas de Março" es buenísima. Hay un video en Youtube de Elis Regina y Tom Jobim, grabándola, es muy divertido porque la están pasando de lo lindo y eso se nota en la canción, en el resultado final. Esa me la aprendí apenas pude, aunque hay palabras que todavía no sé qué son y partes donde me confundo. Pero siempre es una fuente de alegría esa canción.
Pues, querida Ángela, porque nos prescribían: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Y de pronto había una palabra que contemplaba el aplazamiento.
Claro, haberla conocido antes, chiquita, para no sentirme tan mal. Yo me acuerdo, desde muy pequeña, prometiéndome dejar de procrastinar. Y nunca me cumplí, entonces ya dejo de esperar cosas de mí: así le va mejor a uno y procrastina en paz. El libro que usted recomienda se ve muy bueno y me hace pensar en otros, como Bartleby, el escribiente. Creo que Bartleby es el mejor procrastinador que conozco. Completamente de admirar. Igual que Ignatius J. Reilly. Y también me gustan un par de poemas de Pessoa donde le declara su amor a la procrastinación y su odio a los deberes.
A mí las que no me gustan son las palabras raras que se ponen de moda, y no es por ser mal rollo, ni por ganas de pelear, ni nada por el estilo, pero "Procrastinación" no me gusta, es que la están utilizando mucho aquellos a los que les gusta hablar con lenguaje florido, los mismos que dicen a todo: "esa idea es buena, pero hay que tropicalizarla", cuando se refieren a algo que viene de algún país no latino y que se puede implementar en latinoamérica.
Sí, es verdad, "procrastinar" está de moda. La palabra, porque lo que indica nunca pasará de moda. Eso de "tropicalizar" algo me dio risa, también pasa al revés cuando quieren "agringar" las cosas para que la gente las considere de alta alcurnia. ¡Ja! Acomplejados que somos. Pero lo que menos me gusta es cuando quieren volver algo "más juguetón", eso siempre termina mal.
Maestra Ángela: Leí este comentario anoche y no pude dormir por estar pensando en qué palabra respoderle; pero no pude encontrar una que sea mi preferida.
Hoy me levanté temprano, solo para responderle, pero sigo sin tener una palabra preferida.
Entonces, llego a la conclusión de que no tengo palabra preferida. Pero me gustan la mayoría.
Don Johan, no sabe cuánto me alegra desvelarlo por una palabra. No importa si se desveló o no, me gusta la idea. Voy a suponer por ahora que su palabra favorita es carnestolendas y que su segunda palabra favorita es cuca. Cuando se le ocurra otra, me encantaría saberla. Un abrazo.
Hablando de procrastinar, está muy chévere este video que recomendó Dahian en Facebook. Y buenísimo el descubrimiento de las Tales Of Mere Existence en general. De todo mi gusto.
Empiezo a responder, Ángela querida, tu nota del dieciocho pasado: "El libro que usted recomienda se ve muy bueno..." Y lo hago con una muestra —tal vez inapropiada: por extensa, y porque constituye ella misma una digresión:
“Todos ellos (los connoisseurs*) van tan peripuestos, tan emperifollados y tan enfetichados con los abalorios y chucherías de la crítica, —o (para dejarnos de metáforas, lo cual, por cierto, es una lástima —habida cuenta de que ésta mía la conseguí nada menos que en las costas de Guinea) —digamos que tienen la cabeza tan infestada de reglas y compases, y que están tan obstinada y perpetuamente dispuestos a aplicarlas en todas las ocasiones que una obra genial más le valiera irse al diablo de una vez por todas que tratar de mantener valerosamente el tipo hasta que ellos, a fuerza de pinchazos y demás tormentos le dieran muerte. “(...) “—¿Y que hay de ese nuevo que libro del que todo mundo habla sin parar**? —— —¡Oh, carece de toda medida, milord! ——¡Algo enteramente irregular! —De los cuatro ángulos de las esquinas, ni uno sólo era recto. —Llevaba en el bolsillo, milord, el compás, la regla y lo demás. —(¡Excelente crítico!) “(...) “De todas las jerigonzas que se hablan en este mundo jerigonzante, —aunque tal vez la de la hipocresía sea la peor de todas,—¡la jerigonza de la crítica es, sin duda, la más pesada!). “Recorrería cincuenta millas a pie (pues no dispongo de un caballo lo suficientemente bueno como para cabalgar en él) para besarle la mano al hombre cuyo generoso corazón pusiera en manos del autor las riendas de su imaginación; —al hombre que experimentara placer sin saber por qué y no le interesara averiguarlo.”
* Sic en el original. ** Ese nuevo libro del que todo mundo habla sin parar es, evidentemente, el propio Tristram Shandy.
Tomado de: La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy (1760—1767), por Laurence Sterne, volumen III, capítulo doce, páginas 157, 158 y 159 de la edición de Clásicos Alfaguara 1978. Traducción y notas de Javier Marías)
Sigo: "... y me hace pensar en otros, como Bartleby, el escribiente. Creo que Bartleby es el mejor procrastinador que conozco." (18.8.10) Si la novela —según el dictamen borgesiano— tiene el cometido de crear personajes, Melville obró el milagro de establecer —más allá— un tipo. Y en una nouvelle. "Un novelista", escribe Michel Tournier, "—o un autor dramático— cree que ha inventado un personaje. Sin pretenderlo —y sin que llegue a verlo en vida, pues suele morir mucho antes— crea un mito, y lo propio del héroe mitológico es salir de su obra original para evolucionar libremente en obras posteriores." (Lecturas de juventud, Nortesur 2009, páginas 29 y 30) Bartleby lleva la procrastinación al extremo: no se queda en el aplazamiento, ya no hace. Preferiría no continuar.
Y termino: "... Completamente de admirar. Igual que Ignatius J. Reilly.": "—Entonces, debes iniciar inmediatamente un programa de lecturas... —dijo solemnemente Ignatius—. Empezaremos con los últimos romanos, incluido Boecio, claro. Luego, profundizaremos extensamente en la Alta Edad Media. Podrás dejar a un lado el Renacimiento y la Ilustración. Todo eso es más que nada propaganda peligrosa. Ahora que lo pienso, será mejor que te saltes también también a los románticos y a los victorianos. Y en cuanto al período contemporáneo, deberías estudiar algunos cómics seleccionados." (La conjura de los necios, Panorama de narrativas número 14, 1983)
¡Cuánta falta nos hace, querida Ángela, una guía de lecturas de esta índole!
Tengo sueño como el frío de un perro callejero. Tengo mucho sueño. Mañana te diré las palabras, o pasado mañana... sí, tal vez sólo pasado mañana...
Queridísimo Jose F: ¿Cómo agradecerle esta respuesta? Llevo días pensando que cualquier comentario que yo ponga aquí va a ser insuficiente. Creo que debería empezar a llamarlo maestro por todas las cosas que le he aprendido. Por todas las veces que me ha dibujado una sonrisa con algún comentario, siempre más que atinado. Pero decirle maestro me haría sonar demasiado afectada, así que seguiré con el eterno Jose F.
Leo muy lento y muchísimo menos de lo que quisiera. Por eso me alegro tanto cada vez que usted me recomienda algún poema, alguna novela, algún autor y resulta ser de todo mi gusto. Me ahorra interminables búsquedas inútiles y, aun así, me anima a seguir buscando y seguir leyendo. Y, claro, a seguir actualizando el blog.
Muchísimas gracias por todas las citas. La de Tristram Shandy es como un banquete de palabras divertidas e ironía de la buena (de esa que tanta falta hace hoy en día).
A Bartleby lo conocí por un ex compañero de trabajo. Una vez le dije, refiriéndome a los innumerables e-mails que nos llegaban todos los días solicitando cosas absurdas e inútiles, que tenía muchas ganas de responder, de una vez por todas: No, no lo voy a hacer. Y me recomendó el libro. Lo leí en el Parque Tayrona, dentro de una carpa, sola, entregada al placer de no hacer nada más. El comentario de Tournier que usted cita explica muy bien la presencia de ese fantasma que todos los días me acompaña y que, ahora vengo a percatarme, es el personaje de un libro álbum que quiero sacar a la luz pronto: es sobre un señor que se muere de silencio en un mundo plagado de jerigonzas.
"Podrás dejar a un lado el Renacimiento y la Ilustración. Todo eso es más que nada propaganda peligrosa". Jajajajajajajajaja. Pensar que hice mi tesis de la universidad sobre Kant. Eso me da derecho a decir que sí, Ignatius tiene toda la estúpida razón (como diría mi hermana) y sí, nos hace mucha falta una guía de lecturas de esta índole.
Para variar, ese poema de Pessoa tampoco lo conocía. ¿Cuándo tendré el tiempo y el juicio de sentarme a leer toda la obra de este genio? Por ahora, lo tengo a usted, para que me siga regalando bocados deliciosos.
Jose F., muchas gracias. No he seguido el enlace de este ni del otro comentario porque tengo poco tiempo de Internet en este momento. Apenas pueda los veo.
Qué delicia de comentario. Está muy bueno todo, pero mi parte favorita es esta:
"A riesgo de acusar mi propia grosería puedo decir que hay espacios menos dignos que yo encuentro también propiciatorios para perder el tiempo abonando el futuro. Hace años, por ejemplo, descubrí que cocinar es una vía franca a lo eterno. Una hora, a veces dos, en que la medida del mundo es igual a la finura con que debería estar picado el perejil para que ceda a la reacción química esperada. Un pausado juego de apuestas contra el sabor, el más abstracto de los contrincantes. Hay que aclarar aquí que no estoy vendiéndome como un metrosexual de tres platos y dos vinos que garanticen un ligue, sino como un padre de familia que hace de economías para darle de comer a una tribu; no estoy hablando de salmones y chocolate, sino de milanesas empanisadas y arroz a la mejicana. Y la verdad es que la atención al hervor de los jitomates es la hora más feliz de mi día y el momento de limpiar las verdolagas para cocer el lomo, aquella en la que se me ocurren las ideas que encuentro dignas de ser escritas".
Te las arreglaste para, después de tamañas digresiones, volver al comienzo de la entrada (T.S. Eliot: Little Gidding: no cesaremos de explorar,/y el fin de toda nuestra exploración/ será llegar adonde empezamos/ y conocer ese lugar por primera vez. Así, tu parte favorita de Enrigue me recordó:
Sigamos: mi negra se emperejila, se emperespeja, se aliña, Con alhucema y albahaca, con cidrón y toronjil, Con lavanda, con canela, con loción y con anís. Mi negra tiene un meneo que no cabe por la calle, Mueve el tacón y la punta del zapato y ese baile Derrama tantas fragancias que no caben en el aire. Mi negra es alta y esbelta, muy lucida y bien plantada, Su cuello es tan largo que anda su cabeza por el aire. El donaire de mi negra no cabe en ninguna parte. Mi negra tiene ojos blancos, dientes blancos, calzones blancos, Calzones en diminutivo, calzoncitos, prendas íntimas Yo no sé qué tienen de íntimas si las anda mostrando por todos lados. Cuando mi negra se desnuda queda completamente desnuda, No como las blancas que aunque se desnuden siempre tienen algo que las cubre, aunque sea un concepto. Mi negra no tiene conceptos, ella nació y se crió desnuda, y por lo tanto no se puede vestir completamente porque mientras más se viste más desnuda queda. Mi negra se aceita el codo, se pule el pelo, acicala, Se emperimbomba, se tiñe, se sahúma, se apercala, Se va de rumba y regresa cuando está la noche alta. Yo no sufro por mi negra. ¡Cómo me alegra mirarla! Mi negra camina en versos de cuatro o cinco tonadas, Su habla es un canto largo, con las palabras cortadas. Mi negra es dulce por fuera. Por dentro yo no sé nada. Por dentro mi negra tiene alguna cosa guardada.
Agüita de manzanilla, Tisana de ron y eneldo, La raíz del limoncillo Y un manojito de espliego. El aire huele a linaza Con astillas de canela. Con alheña y con azúmbar Viene pintada mi negra. Pintada no es la palabra, Viene más azul que negra, Como esculpida en el aire Durísimo de la piedra!
(apartado final de Alheña y Azúmbar, de Jaime Jaramillo Escobar)
Tengo el vicio de coleccionar palabras bonitas en portugués. En español no tanto, supongo que es porque a uno lo atrae mucho lo distinto y esos acentos y combinaciones de vocales del portugués a mí me descrestan. Tengo una lista larguísima, entre las que está "bicho". Esa me la dijo Luquinha, un niño como de ocho años. Bicho para los brasileños es animal, cualquier animal, y también se usa en femenino para decir que un tipo es marica. Otro niño me dijo que le gustaban "leão" (león) y "cachoeira" (chorrera o quebrada). Una sueca me dijo que le gustaba "rã" (rana). Así y leyendo fui recogiendo muchas y ahora la selección está muy fregada. Lo que me interesa es que se vean bonitas cuando uno las escribe, no tanto el significado o sonido. Las que más me gustan, por ahora, son "coisa" (cosa), "gostoso" (rico), "rã" (rana), "violão" (guitarra) y "luar" (resplandor de la luna).
ResponderEliminarMe gustaría también pensar la selección con ese criterio visual en español, aunque me cuesta más trabajo. Por ahora sólo se me ocurre "leve", me parece que esa palabra se ve muy bonita y ligera, además. Me gustan mucho esas palabras, las que en su forma evocan su significado. "Gostoso" me parece que es una de ellas, decir esa palabra es rico, y verla también.
Hay una canción de Bebe que se llama La bicha, de todo mi gusto. No sé el de los demás.
ResponderEliminarA mí el sonido del portugués me gusta mucho, aunque no lo entiendo. La palabra "praia" me gusta mucho y me encantaría poder cantar Águas de março, que es otra canción de todo mi gusto.
En español me gusta mucho la palabra "falacia", aunque no me guste su significado, y me parece fea "pollino".
Álvaro Burgos Palacios me contó una vez que, preguntado por la palabra más bella del castellano, Neruda respondió: campana.
ResponderEliminarCuando se la dice lentamente se la oye sonar, ¿no?
Y así puso Burgos su columna en El País.
¡Qué bella colección la tuya!, querida Ángela: como para que se ocupara de ella Italo Calvino.
A mi me gustan sentido (el sentido de tal cosa). También me gusta Redención.
ResponderEliminarEsas por un lado, pero otras que igualmente son de uso muy cotidiano y no por eso desmerecen: me gusta epifanía, esa me gusto mucho. También me gusta resucitar (¿será que tal ya resucitó?)
Del blo, hace poquito me lo leí todo otra vez, hay muchas muy bacanas, pero me gustan especialmente las entradas de codicia, prudencia, chulo, soberbia, perdón, la de padre, saludo.
Si en la literatura me gusta la procrastinación (vgr. La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy), también me place la palabra, su significado y, sobre todo, su sugerencia de falta. Y sus parientes: holgazanería (que no está en el diccionario) y vagabundería.
ResponderEliminarGracias por sus aportes a la colección española. Me gustaron mucho campana y epifanía.
ResponderEliminarJose F., sus últimas palabras van a mi lista de insultos. Haragán y holgazán son buenísimas. Creo que después de la serie palabras bonitas, los acosaré con la serie insultos bacanos.
Mónica, "praia" es otra que está en la lista. A mí también me gusta como suena el portugués, me gusta mucho. El portugués de Brasil es mucho más agradable al oído, parece que cantaran. Muchas veces yo iba por la calle y pensaba que el del lado estaba tarareando (¡bonita tararear!) y no: le estaba hablando al del lado. Ahí es que uno entiende por qué tienen esa música sobrenatural que tienen.
No conozco esa canción de Bebe. Voy a buscarla cuando tenga una conexión decente a Interné. "Aguas de Março" es buenísima. Hay un video en Youtube de Elis Regina y Tom Jobim, grabándola, es muy divertido porque la están pasando de lo lindo y eso se nota en la canción, en el resultado final. Esa me la aprendí apenas pude, aunque hay palabras que todavía no sé qué son y partes donde me confundo. Pero siempre es una fuente de alegría esa canción.
Jose, no entendí lo de la sugerencia de falta de la palabra procrastinación.
ResponderEliminarPues, querida Ángela, porque nos prescribían: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Y de pronto había una palabra que contemplaba el aplazamiento.
ResponderEliminarClaro, haberla conocido antes, chiquita, para no sentirme tan mal. Yo me acuerdo, desde muy pequeña, prometiéndome dejar de procrastinar. Y nunca me cumplí, entonces ya dejo de esperar cosas de mí: así le va mejor a uno y procrastina en paz. El libro que usted recomienda se ve muy bueno y me hace pensar en otros, como Bartleby, el escribiente. Creo que Bartleby es el mejor procrastinador que conozco. Completamente de admirar. Igual que Ignatius J. Reilly. Y también me gustan un par de poemas de Pessoa donde le declara su amor a la procrastinación y su odio a los deberes.
ResponderEliminarA mí las que no me gustan son las palabras raras que se ponen de moda, y no es por ser mal rollo, ni por ganas de pelear, ni nada por el estilo, pero "Procrastinación" no me gusta, es que la están utilizando mucho aquellos a los que les gusta hablar con lenguaje florido, los mismos que dicen a todo: "esa idea es buena, pero hay que tropicalizarla", cuando se refieren a algo que viene de algún país no latino y que se puede implementar en latinoamérica.
ResponderEliminarSalú pue.
Sí, es verdad, "procrastinar" está de moda. La palabra, porque lo que indica nunca pasará de moda. Eso de "tropicalizar" algo me dio risa, también pasa al revés cuando quieren "agringar" las cosas para que la gente las considere de alta alcurnia. ¡Ja! Acomplejados que somos.
ResponderEliminarPero lo que menos me gusta es cuando quieren volver algo "más juguetón", eso siempre termina mal.
Don Johan, ¿y a usted cuál palabra del español le gusta más?
ResponderEliminarMaestra Ángela: Leí este comentario anoche y no pude dormir por estar pensando en qué palabra respoderle; pero no pude encontrar una que sea mi preferida.
ResponderEliminarHoy me levanté temprano, solo para responderle, pero sigo sin tener una palabra preferida.
Entonces, llego a la conclusión de que no tengo palabra preferida. Pero me gustan la mayoría.
Salú pue.
Don Johan, no sabe cuánto me alegra desvelarlo por una palabra. No importa si se desveló o no, me gusta la idea. Voy a suponer por ahora que su palabra favorita es carnestolendas y que su segunda palabra favorita es cuca. Cuando se le ocurra otra, me encantaría saberla. Un abrazo.
ResponderEliminarHablando de procrastinar, está muy chévere este video que recomendó Dahian en Facebook. Y buenísimo el descubrimiento de las Tales Of Mere Existence en general. De todo mi gusto.
ResponderEliminarEmpiezo a responder, Ángela querida, tu nota del dieciocho pasado: "El libro que usted recomienda se ve muy bueno..." Y lo hago con una muestra —tal vez inapropiada: por extensa, y porque constituye ella misma una digresión:
ResponderEliminar“Todos ellos (los connoisseurs*) van tan peripuestos, tan emperifollados y tan enfetichados con los abalorios y chucherías de la crítica, —o (para dejarnos de metáforas, lo cual, por cierto, es una lástima —habida cuenta de que ésta mía la conseguí nada menos que en las costas de Guinea) —digamos que tienen la cabeza tan infestada de reglas y compases, y que están tan obstinada y perpetuamente dispuestos a aplicarlas en todas las ocasiones que una obra genial más le valiera irse al diablo de una vez por todas que tratar de mantener valerosamente el tipo hasta que ellos, a fuerza de pinchazos y demás tormentos le dieran muerte.
“(...)
“—¿Y que hay de ese nuevo que libro del que todo mundo habla sin parar**? —— —¡Oh, carece de toda medida, milord! ——¡Algo enteramente irregular! —De los cuatro ángulos de las esquinas, ni uno sólo era recto. —Llevaba en el bolsillo, milord, el compás, la regla y lo demás. —(¡Excelente crítico!)
“(...)
“De todas las jerigonzas que se hablan en este mundo jerigonzante, —aunque tal vez la de la hipocresía sea la peor de todas,—¡la jerigonza de la crítica es, sin duda, la más pesada!).
“Recorrería cincuenta millas a pie (pues no dispongo de un caballo lo suficientemente bueno como para cabalgar en él) para besarle la mano al hombre cuyo generoso corazón pusiera en manos del autor las riendas de su imaginación; —al hombre que experimentara placer sin saber por qué y no le interesara averiguarlo.”
* Sic en el original.
** Ese nuevo libro del que todo mundo habla sin parar es, evidentemente, el propio Tristram Shandy.
Tomado de: La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy (1760—1767), por Laurence Sterne, volumen III, capítulo doce, páginas 157, 158 y 159 de la edición de Clásicos Alfaguara 1978. Traducción y notas de Javier Marías)
Sigo: "... y me hace pensar en otros, como Bartleby, el escribiente. Creo que Bartleby es el mejor procrastinador que conozco." (18.8.10)
ResponderEliminarSi la novela —según el dictamen borgesiano— tiene el cometido de crear personajes, Melville obró el milagro de establecer —más allá— un tipo. Y en una nouvelle.
"Un novelista", escribe Michel Tournier, "—o un autor dramático— cree que ha inventado un personaje. Sin pretenderlo —y sin que llegue a verlo en vida, pues suele morir mucho antes— crea un mito, y lo propio del héroe mitológico es salir de su obra original para evolucionar libremente en obras posteriores." (Lecturas de juventud, Nortesur 2009, páginas 29 y 30)
Bartleby lleva la procrastinación al extremo: no se queda en el aplazamiento, ya no hace. Preferiría no continuar.
Y termino: "... Completamente de admirar. Igual que Ignatius J. Reilly.":
ResponderEliminar"—Entonces, debes iniciar inmediatamente un programa de lecturas... —dijo solemnemente Ignatius—. Empezaremos con los últimos romanos, incluido Boecio, claro. Luego, profundizaremos extensamente en la Alta Edad Media. Podrás dejar a un lado el Renacimiento y la Ilustración. Todo eso es más que nada propaganda peligrosa. Ahora que lo pienso, será mejor que te saltes también también a los románticos y a los victorianos. Y en cuanto al período contemporáneo, deberías estudiar algunos cómics seleccionados." (La conjura de los necios, Panorama de narrativas número 14, 1983)
¡Cuánta falta nos hace, querida Ángela, una guía de lecturas de esta índole!
Tengo sueño como el frío de un perro callejero.
Tengo mucho sueño.
Mañana te diré las palabras, o pasado mañana...
sí, tal vez sólo pasado mañana...
(Aplazamiento, Álvaro de Campos—Fernando Pessoa)
Sí, tal vez sólo pasado mañana...
Queridísimo Jose F: ¿Cómo agradecerle esta respuesta? Llevo días pensando que cualquier comentario que yo ponga aquí va a ser insuficiente. Creo que debería empezar a llamarlo maestro por todas las cosas que le he aprendido. Por todas las veces que me ha dibujado una sonrisa con algún comentario, siempre más que atinado. Pero decirle maestro me haría sonar demasiado afectada, así que seguiré con el eterno Jose F.
ResponderEliminarLeo muy lento y muchísimo menos de lo que quisiera. Por eso me alegro tanto cada vez que usted me recomienda algún poema, alguna novela, algún autor y resulta ser de todo mi gusto. Me ahorra interminables búsquedas inútiles y, aun así, me anima a seguir buscando y seguir leyendo. Y, claro, a seguir actualizando el blog.
Muchísimas gracias por todas las citas. La de Tristram Shandy es como un banquete de palabras divertidas e ironía de la buena (de esa que tanta falta hace hoy en día).
A Bartleby lo conocí por un ex compañero de trabajo. Una vez le dije, refiriéndome a los innumerables e-mails que nos llegaban todos los días solicitando cosas absurdas e inútiles, que tenía muchas ganas de responder, de una vez por todas: No, no lo voy a hacer. Y me recomendó el libro. Lo leí en el Parque Tayrona, dentro de una carpa, sola, entregada al placer de no hacer nada más. El comentario de Tournier que usted cita explica muy bien la presencia de ese fantasma que todos los días me acompaña y que, ahora vengo a percatarme, es el personaje de un libro álbum que quiero sacar a la luz pronto: es sobre un señor que se muere de silencio en un mundo plagado de jerigonzas.
"Podrás dejar a un lado el Renacimiento y la Ilustración. Todo eso es más que nada propaganda peligrosa". Jajajajajajajajaja. Pensar que hice mi tesis de la universidad sobre Kant. Eso me da derecho a decir que sí, Ignatius tiene toda la estúpida razón (como diría mi hermana) y sí, nos hace mucha falta una guía de lecturas de esta índole.
Para variar, ese poema de Pessoa tampoco lo conocía. ¿Cuándo tendré el tiempo y el juicio de sentarme a leer toda la obra de este genio? Por ahora, lo tengo a usted, para que me siga regalando bocados deliciosos.
Esto de Álvaro Enrigue está en sintonía con lo que dices, querida Ángela:
ResponderEliminarhttp://letraslibres.com/podcasts/sep08/ENRIGUE_1.mp3
especialmente: al minuto veintisiete segundos (1:27): Hawthorne (Veinte días con Julian y conejito), Melville y Bartleby.
Y a 6:48: "compulsión procastinadora" (sic)
Jose F., muchas gracias. No he seguido el enlace de este ni del otro comentario porque tengo poco tiempo de Internet en este momento. Apenas pueda los veo.
ResponderEliminarQué delicia de comentario. Está muy bueno todo, pero mi parte favorita es esta:
ResponderEliminar"A riesgo de acusar mi propia grosería puedo decir que hay espacios menos dignos que yo encuentro también propiciatorios para perder el tiempo abonando el futuro. Hace años, por ejemplo, descubrí que cocinar es una vía franca a lo eterno. Una hora, a veces dos, en que la medida del mundo es igual a la finura con que debería estar picado el perejil para que ceda a la reacción química esperada. Un pausado juego de apuestas contra el sabor, el más abstracto de los contrincantes. Hay que aclarar aquí que no estoy vendiéndome como un metrosexual de tres platos y dos vinos que garanticen un ligue, sino como un padre de familia que hace de economías para darle de comer a una tribu; no estoy hablando de salmones y chocolate, sino de milanesas empanisadas y arroz a la mejicana. Y la verdad es que la atención al hervor de los jitomates es la hora más feliz de mi día y el momento de limpiar las verdolagas para cocer el lomo, aquella en la que se me ocurren las ideas que encuentro dignas de ser escritas".
Te las arreglaste para, después de tamañas digresiones, volver al comienzo de la entrada (T.S. Eliot: Little Gidding: no cesaremos de explorar,/y el fin de toda nuestra exploración/ será llegar adonde empezamos/ y conocer ese lugar por primera vez. Así, tu parte favorita de Enrigue me recordó:
ResponderEliminarSigamos: mi negra se emperejila, se emperespeja, se aliña,
Con alhucema y albahaca, con cidrón y toronjil,
Con lavanda, con canela, con loción y con anís.
Mi negra tiene un meneo que no cabe por la calle,
Mueve el tacón y la punta del zapato y ese baile
Derrama tantas fragancias que no caben en el aire.
Mi negra es alta y esbelta, muy lucida y bien plantada,
Su cuello es tan largo que anda su cabeza por el aire.
El donaire de mi negra no cabe en ninguna parte.
Mi negra tiene ojos blancos, dientes blancos, calzones blancos,
Calzones en diminutivo, calzoncitos, prendas íntimas
Yo no sé qué tienen de íntimas si las anda mostrando por todos lados.
Cuando mi negra se desnuda queda completamente desnuda,
No como las blancas que aunque se desnuden siempre tienen algo que las cubre, aunque sea un concepto. Mi negra no tiene conceptos, ella nació y se crió desnuda, y por lo tanto no se puede vestir completamente porque mientras más se viste más desnuda queda.
Mi negra se aceita el codo, se pule el pelo, acicala,
Se emperimbomba, se tiñe, se sahúma, se apercala,
Se va de rumba y regresa cuando está la noche alta.
Yo no sufro por mi negra. ¡Cómo me alegra mirarla!
Mi negra camina en versos de cuatro o cinco tonadas,
Su habla es un canto largo, con las palabras cortadas.
Mi negra es dulce por fuera. Por dentro yo no sé nada.
Por dentro mi negra tiene alguna cosa guardada.
Agüita de manzanilla,
Tisana de ron y eneldo,
La raíz del limoncillo
Y un manojito de espliego.
El aire huele a linaza
Con astillas de canela.
Con alheña y con azúmbar
Viene pintada mi negra.
Pintada no es la palabra,
Viene más azul que negra,
Como esculpida en el aire
Durísimo de la piedra!
(apartado final de Alheña y Azúmbar, de Jaime Jaramillo Escobar)
Dices: "... es sobre un señor que se muere de silencio en un mundo plagado de jerigonzas."
ResponderEliminarY en tu twitter, copias:
... @TheMime
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